Hoy hemos seguido compartiendo en los grupos continentales, debatiendo iniciativas que podrían llevarse a cabo en colaboración entre las circunscripciones de cada área geográfica.
Si bien es cierto que existen muchos retos a la hora de desarrollar un trabajo que impacta en múltiples lenguas y culturas, creemos que el Espíritu Santo nos llama a esa unidad en la diversidad que puede ampliar la eficacia de nuestra misión.
Cada grupo formuló propuestas concretas para crear sinergias en los ámbitos de la formación, la espiritualidad y el apostolado. Estas propuestas se presentaron después a toda la asamblea. Incluyen el compromiso de los superiores de circunscripción de comunicarse más entre sí, de promover formas de coordinación continental, de apoyar canales eficaces para que el Evangelio llegue a la gente de hoy.
En este trabajo difícil pero en última instancia fructífero, estamos comprometidos a trabajar para lograr una mayor armonía en la vida de nuestra misión. Entendemos nuestro llamado a tener un corazón universal que nos mueva a ir más allá de nuestras preocupaciones inmediatas o personales, y a tener el corazón de Jesús que comprende las necesidades de la humanidad.
